La teoría de los opuestos

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Soy una chica directa y me siento atraída por los hombres directos, pero con el tiempo he visto que somos incompatibles. Uno de los dos SIEMPRE debe adaptarse, y adaptarse, en este caso, significa dejar de ser quien eres. Lo que muchos llaman “periodo de ajuste”.

Es como la famosa resta entre números negativos: el resultado es una sobrecarga de sometimiento por la disputa por quién lleva los pantalones. Aquí, incluso los follaamigos pueden verse afectados. Tiene que haber algo más para que dos gallos se lleven bien en un mismo corral.

Es lo que le pasó a una amiga mía con un chico de Badoo. Se llamaba Hugo y la tuvo loquita, no sé los meses. Estaba encantada y cometió el error de pensar que dándole todo ese amor, cariño y sexo, él estaría satisfecho. ¿Acaso no se bromea sobre lo sencillo que es complacer a un hombre? Pero Hugo, de la noche a la mañana, desapareció del mapa. Mi amiga no es orgullosa, y ante tal situación se pregunta qué puede haber pasado para que el tipo en cuestión pase tantas semanas metido entre sus piernas y, de repente, parezca que ni sepa que existe.

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