Guía para no comportarte como un idiota integral en un restaurante

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Es muy fácil cruzar la delgada frontera que separa al foodie exigente del simple maleducado. Te contamos cómo evitarlo.

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Soy Martín Marcos, quiero una mesa para cuatro. ¡Ah! Y, por cierto, soy foodie”. El encargado del restaurante, al oír esta última palabra a través del hilo telefónico, pierde el color, oye música como de Bernard Hermann y no acierta más que a musitar “estamos completos”, mientras mira cómo por el comedor pasa rodando una planta seca de película del Oeste.
Los autoproclamados ‘foodies’ provocan el pánico en los restaurantes.

Hay una nueva generación de clientes que crecieron con lo de “usted siempre tiene razón” y que han pasado el límite con creces. Acuden –o no, esto lo veremos en el primer punto– al restaurante látigo en mano, armados con su móvil y con la frase “Príncipes de Maine, reyes de Nueva Inglaterra” grabada en el cerebelo para acabar, claro, comportándose como auténticos imbéciles. Pero aún hay esperanza para apartarse de este camino y ser un comensal educado. Aquí va un decálogo de todo lo que hay que evitar hacer para no quedar en evidencia en un restaurante.

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