El secreto español de la felicidad que no tienen los nórdicos ni los orientales

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felicidad amigos

Decir tacos para mantener el equilibrio

A pesar de esa alegría que nos caracteriza, no rehuimos la confrontación. En muchos casos, somos la antítesis de lo que los británicos denominan polite («educado, cortés»). Nos gusta «mandarlo todo a freír puñetas»… Y después nos quedamos tan a gusto.

José Elías Fernández recuerda que «Albert Ellis [padre de la terapia conductual], que escribió sobre el humor y la risa, aconsejaba de vez en cuando decir tacos, ya que nos ayudan a desahogarnos y expresar con rotundidad nuestra emoción, ya sea ira, odio, etc. Cuando entramos en conflicto o discutimos, una forma habitual de liberar tensión es no medir nuestras palabras, y expresarnos lo más contundente posible, aunque después pidamos perdón si hemos ofendido a alguien. Ser comedido en esos momento, no nos ayuda mucho, nos tragamos la emoción negativa». Otra cosa muy distinta es pasarnos el día entera buscando bronca.

Para Lecina Fernández, ser tan viscerales es positivo siempre que lo hagamos con equilibrio. «Lo importante es reconocer la situación que estamos viviendo, identificar las emociones y gestionarlas. Pero los extremos no son buenos».

Imaginación e ingenio para resolver problemas

Otro vértice que nos caracteriza, y que reconocen mucho en el exterior, es la espontaneidad. Lejos de ser cuadriculados, recurrimos a la imaginación para resolver problemas. «En países como Alemania, por ejemplo, son muy metódicos, siguen al pie de la letra los protocolos… Nosotros no somos tan hábiles en eso, pero si en el protocolo surge un contratiempo el español sabe solucionarlo con más ingenio», dice Lecina Fernández. Ese ingenio, documentado en la literatura de la picaresca, lo mamamos desde niños. «Hasta la tradición de los Reyes Magos va llena de fantasía, imaginación e ingenio», añade la psicóloga.

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