«Hola, me llamo Dana»

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No tengo nada en contra de esta industria, es más, antes he comentado que soy consumidora. Sin embargo,  por muy bien que puedan venir para un apuro, estos vídeos no son ni la mitad del reflejo de lo que es la sexualidad de nuestro día a día, convierte el sexo en algo distinto, extrapola el placer a una pantalla, a algo externo a nosotros. No quiero iniciar un estudio sociológico sobre este tema porque imagino que personas más expertas que yo tendrán opiniones más interesantes. Tan solo estoy defendiendo la libertad de expresión.

Una vez me dijeron que si iba de puta -en referencia a mi actitud tan liberal ante el sexo-, sólo me encontraría a hijos de puta, en referencia a mi ex. Bien, aunque no esté de acuerdo con el hecho de que acostarme con un chico al que acabo de conocer o hablar sobre ello pueda ser sinónimo de prostitución, puede que sea una lección aprendida: la sociedad, en general, aún no está preparada para hablar de sexo.  Por eso las que van de putas se quedan con los hijos de puta, y las putas de verdad se quedan con los príncipes azules. Seguro que más de uno estará de acuerdo con esta comparación.

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