«Hola, me llamo Dana»

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Por muchos amigos chicos que tenga con los que hablar de sexo, siempre voy a ser “diferente” por hacerlo siendo una chica. De hecho, muchas amigas me han confesado que soy de las pocas personas que tienen con las que pueden hablar tan abiertamente de estos temas. Me han educado con la idea de que comunicación es la base de toda relación y quizás, en el fondo, también tendré una libido animada, pero ¿por qué debería ser juzgada por ello?

Lo cierto es que me gusta hablar de sexo, me gusta explicarle a la gente mis experiencias y que los demás me cuenten las suyas. Sinceramente creo que hablar de ello le iría bien a todo el mundo, para conocerse y conocer. Especialmente a mi ex.

En serio, pensadlo bien. Cuanto más hablemos de sexo, el morbo del tabú y los pequeños traumas que podamos tener en relación a ello (según Freud, más de uno), más abiertamente se discutirían temas de género y orientación sexual. Nos permitiría intimar, identificarnos con problemas o gustos ajenos, además de evitar que la industria del porno sea el único referente.

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