Crónicas de Larsson en el transiberiano Moscú-Pekín (I)

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El ya icónico y aventurero periodista y escritor sueco Stieg Larsson decidió emprender un apasionante viaje por el que quizá sea el territorio más extenso del planeta.[pullquote]Llanuras onduladas y miles de hectáreas de bosques de coníferas intercaladas con granjas colectivas son la lógica en las tierras bajas de Siberia Oeste[/pullquote] Para ello eligió el trayecto Moscú-Pekín, y como medio de transporte, el emblemático ferrocarril transiberiano. Comencemos la primera parte de este viaje con el autor de la saga Milnenium.

En los Urales, esa barrera natural que establece el límite entre Europa y Asia, comienza la andanza. A las pocas horas, la historia se hizo presente en la ruta del periodista; estaba en Ekaterimburgo, antigua Sverdlovsk, conocida por ser el lugar donde el zar fue asesinado en julio de 1918, en lo que fue la antesala de la Revolución Rusa.

Llanuras onduladas y miles de hectáreas de bosques de coníferas intercaladas con granjas colectivas son la lógica en las tierras bajas de Siberia Oeste. De pronto Larsson describe en su crónica que el polvo de grano fino penetra por cada resquicio del vagón, por lo que aconseja no embarcarse sin un suministro de gotas nasales. Asimismo, el escritor reconoce que disponer de toda el agua que se desea en los lavabos del tren puede ser todo un desafío, por lo que propone usar las botellas de vodka vacías como depósitos de agua improvisados. 

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